Ficción realizada por las estudiantes Nadia Gorrita, Sofía Chamber y Florencia Margani:
Lo último que recuerdo con exactitud es el frío que sentí
cuando la avalancha de nieve se vino sobre nosotros. Sentía como cada
extremidad de mi cuerpo se congelaba casi en su totalidad. El único calor que
sentía provenía de mi reciente esposo, ya que estábamos durmiendo juntos.
Pensar que fuimos a ese lugar para disfrutar de nuestra tan ansiada luna de
miel. De todos modos, por suerte estoy bien. Fue solamente una mala experiencia,
nada que no se pueda superar. Lo importante es que estoy bien. No tengo ningún
daño permanente ni momentáneo, ni físico ni mental ya que estoy bien.
Lo
único que me afectó fue enterarme que mi querido Sabú murió. No existía animal
más fiel que él. Era la mascota que cualquier persona querría tener. Ese perro
me acompañó durante más de cinco años, era el compañero más fiel que tenía,
porque en ese tiempo nunca dejó de estar a mi lado. Me dio tanto amor que lo
único que lamente en este momento es no haber podido estar a su lado, y que
haya fallecido cuando yo me encontraba a 14.OOO kilómetros de distancia de él.
Pero ahora me encuentro en una pequeña casita; muchos piensan
que es demasiado chica para mí. Pero a mí me basta con que mi cuerpo pueda
entrar, ya que me gusta pasear por las calles y sólo vuelvo a mi casita para
descansar.
¿Es posible lo que estoy viendo? ¿Es él? Pero, ¿cómo puede
ser? ¿Acaso me mintieron? ¿Sabú? Claro que era él. Es imposible confundir
aquella alegría. ¿Pero qué hace acá? Por supuesto que no me importa, lo único
que siento ahora es una incomparable felicidad de volver a tenerlo al lado.
Ya pasaron varios días de mi reencuentro con Sabú, y la
verdad es que estoy muy contenta. Salimos a pasear todas las noches por las
callecitas (a mí particularmente me gusta mirar las casitas de los demás;
algunas veces nos encontramos con algún otro habitante), pero preferimos el día
para descansar porque a Sabú no le agrada mucho la luz del Sol.
Lo que me resulta extraño es que todas las veces que nos
cruzamos con alguna persona, se nos quedan mirando. ¿Acaso no tienen nada mejor
que hacer? El otro día, paseando con Sabú (como siempre) vimos a una señora que
parecía que buscaba algo. Yo supuse que estaba perdida, por lo cual nos acercamos
a preguntarle si necesitaba ayuda. Ni siquiera me dejó comenzar con la pregunta,
porque gritó y comenzó a correr.
Nunca vamos a entender a esas personas. Pero no importa, lo
importante es que estoy con Sabú (y siempre me acompañará) y que estoy bien.
Esta ficción fue hecha en base a la leyenda urbana que trae la historia original de Liliana Crociati (desarrollada a continuación), el cual dice que de noche se puede ver a una chica paseando junto a su perro por el Cementerio de Recoleta.
Liliana Crociati murió a los 20 años en su luna de miel en Insbruch. Un alud la sepultó junto a su marido en su cuarto de hotel en 1970. Ese mismo día, a 14.000 kilómetros de distancia, también murió Sabú, su perro adorado. Una escultura la evoca vestida de novia, con su pelo largo y suelto, secundada por su fiel mascota. En la bóveda, como una catacumba romana, ambientada como su dormitorio y lleno de fotografías, un sari rojo, comprado por ella en la India, cubre con la fuerza de una alegoría su lecho de muerte.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/561929-insolitas-historias-que-guarda-el-cementerio-de-la-recoleta
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